El
comercio a veces nos hace creer que lo superfluo es esencial, de tal modo que
para mucho “la Navidad sin panettone no es Navidad”. Qué bueno sería si el
panettone llegara a introducir en un hogar alegría, la fraternidad y la
reconciliación. El panettone significa “pan grande”, y está asociado al modo
como se celebraba la Navidad en la región de Milán (Italia). Otros países
tienen otros postres tradicionales.
Hay tres intentos de explicar el nombre y el origen de ese postre:
1. Había en Milán un tal Ugheto, enamorado de Adalgisa, hija de un
panadero. Para quedar cerca de ella,
pidió empleo en la panadería de padre de la joven. Y, visto que el amor hace milagros, Ugeto creó
la receta del panettone y con eso dio mucha ganancia al patrón y se ganó como
esposa a la amada Adalgisa, entro los años 1300 y 1400.
2.
Un panadero, de nombre Toño, por los años 900, lo habría inventado con
ocasión de la Navidad. Panettone
significa “Pan de Toni”.
3. Otra tradición se refiere al chef Gian Galeazzo Visconti, primer
duque de Milán. Él lo abría inventado para una fiesta en el año de 1395.
Sea quien sea el creador de este pan dulce, lo más importante de este mensaje es compartir, y sobre todo no
olvidemos que la Navidad es una fiesta religiosa, no un aspecto comercial. Por
eso es agradable encontrarse en casas, rezar, conversar, hacer amistades y
compartir sentimientos. Ten en cuenta
que en estas fechas recibimos el mayor regalo: Es Dios que se entrega a
nosotros. Es el día en que Dios, que nos creó a su imagen y semejanza. Quiso
hacerse como nosotros en persona del Hijo. El Dios invisible se volvió en un
cuerpo humano, en un bebe frágil como cualquier ser humano.
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